viernes, 9 de enero de 2009

16) Larraona. Algunos apellidos con abolengo.



Larraona. Casas Nrs. 49-51-53.
Escudo de los Eulate.
(Foto de Jesús Díaz).

LARRAONA. ALGUNOS APELLIDOS DE LA POBLACION.
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CONSIDERACIONES GENERALES.

Ya en 1981[1] Luciano Lapuente hace referencia a algunos linajes amescoanos de alcurnia como los Améscoa, los Eulate, y los Baquedano.

Respecto al linaje de los Améscoa incluye algunas citas documentales de la segunda mitad del siglo XIII donde aparecen personajes históricos del valle como “Fortunio Lupi de Améscoa”, “Johan Périz de Amésqua”, “Ferrán Périz de Amésqua”. Señala que en el mismo siglo XIV desaparece este apellido del valle. Del emplazamiento de su solar se inclina, por intuición, sin pruebas documentales, por Amescoazarra y la fortaleza defensiva de Inzura.

Respecto al linaje de los Eulate hace referencia a las ruinas de lo que fue palacio y solar de los Eulate y a su escudo, “tiene celada, dos lobos en campo azul y unas aspas doradas en campo colorado”. Menciona a los Alvarez de Eulate y a los García de Eulate, apellidos que han llegado hasta nuestros días. En 1990
[2], sostiene Luciano Lapuente que los Pérez de Eulate son un linaje autónomo, independiente de los anteriores y del propio Palacio de Eulate.

Respecto al linaje de los Baquedano, otro apellido frecuente hoy en día en las Améscoas, indica cómo en la población homónima no queda resto alguno del palacio cabo de armería y cabeza de linaje. Menciona la fortaleza o casa-torre y palacio de San Martín, el palacio de Gollano y a uno de sus personajes más insignes Don Fernando de Baquedano, eclesiástico, protonotario del reino, consejero de los últimos reyes navarros Juan de Albret y Catalina de Foix, que favoreció a finales del siglo XV a los habitantes de Gollano con un Palacio, la Colegiata, el Arca de Misericordia y el privilegio de Hidalguía para sus moradores.

En 1990 Luciano Lapuente en su obra recopilación de trabajos de investigación anteriores hace un análisis más minucioso de estos apellidos y de otros como Jáuregui, Urra, Albizu, Andueza, Larramendi, Ruiz de Garraleta, etc. todo ello con base documental, archivística. Señala que cuatro fueron los linajes amescoanos: Baquedano, Eulate, Améscoa y Urra. Para este investigador la mayor parte de los individuos de estos linajes usaron apellido compuesto (Juan Fernández de Baquedano, etc.), otros aparecen sólo con el apellido de origen o solar (Fernando de Baquedano, Lope de Eulate, etc.) y desde un principio todos ellos hacen referencia a una casa troncal, que luego se denominará Cabo de Linaje y posteriormente Palacio.

En el año 2007 Balbino García de Albizu
[3 publica un estudio más profundo y exhaustivo que lo existente hasta el momento titulado “Apellidos amescoanos de la Edad Moderna (1500-1800)”, incluido en el libro "Conociendo el pasado". Es en esta obra en la cual me baso principalmente para esta entrada del blog y de la cual extraigo informaciones referentes a algunos apellidos de Larrraona. No obstante dada la densidad y solidez del trabajo, como exige la cimentación de cualquier obra destinada a perdurar, remito a los posibles lectores de este blog a la obra original de Balbino García de Albizu.

Hace este autor unas consideraciones iniciales de suma importancia para los neófitos en el tema que permiten conocer la formación y evolución de los apellidos.

Durante la Edad Media, esto es, antes de 1500, señala Balbino, no había apellidos estables y no se transmitían éstos de padres a hijos. Regía el sistema de “patronímicos” que consistía en que el apellido del hijo se formaba por simple añadidura de los sufijos –iz, -ez, -az al nombre del padre; por ejemplo si éste se llamaba Pedro, el hijo se apellidaba Periz o Perez (significando que era hijo de Pedro), si el nombre del padre era Diego, el apellido del hijo sería Díez o Díaz (hijo de Diego). Pero este sistema se aplicaba solamente para fines oficiales, esto es en contadísimas ocasiones. En la vida cotidiana se funcionaba por apodos o por “ajustes” de los nombres.

Si al sistema de patronímicos se añadía el nombre del lugar de procedencia (Baquedano, Ecala, Eulate, Larraona, etc.) ya tenemos el criterio general de formación de apellidos durante la Edad Media. Por ejemplo Lope Díaz de Ecala, se refiere a Lope, hijo de Diego procedente de Ecala. A veces el lugar de procedencia no es un pueblo sino un término geográfico como Albizu, Galarreta, Jáuregui, Larramendi, Murguia.

A partir de 1500, esto es con la entrada en la Edad Moderna, los apellidos hasta ese momento existentes comienzan a estabilizarse y a transmitirse de padres a hijos. En Améscoa los apellidos que se consolidan son compuestos siguiendo el criterio clásico ya explicado. Algunos de esos apellidos vienen de fuera del valle como por ejemplo López de Zubiría, que procede de Yábar (Navarra). Otros apellidos se forman por unión de dos apellidos Cegama y Alciturri, Idiazábal y Urra.

No obstante lo dicho, los apellidos paternos, el materno ni se tiene en cuenta, se usan solamente en ocasiones excepcionales y por parte de los escribanos reales, normalmente avencidados en el valle, para crear documentos de carácter público (reunión de concejos, batzarres, pleitos, apeos, etc.) o para crear documentos de carácter privado (testamentos, contratos matrimoniales, compraventas, etc.) y por parte de los párrocos para documentar bautizos, casamientos, muertes, etc. Tanto los escribanos reales como los párrocos conocían al menos el idioma euskera y el romance-navarro-castellano. Es decir como mínimo eran bilingües, a diferencia de la población general que únicamente conocía el euskera.

Indica Balbino que son más fiables las anotaciones de los escribanos reales, especialmente a partir del siglo XVII, que se ciñen con rigor a los apellidos auténticos, que los apuntes de los clérigos, quienes por conocer a sus paisanos de la población, por su relación diaria, tienen tendencia a usar apelativos más coloquiales, desvirtuando en ocasiones los apellidos. Sin embargo, como compensación, la información adicional, complementaria, de los libros parroquiales (“Quinque libri” a partir del concilio de Trento (1545-1564)), es más rica y abundante.

El hecho de que las anotaciones de los clérigos fueran menos rigurosas que la de los escribanos reales, provocará la mutilación de muchos apellidos compuestos en los libros parroquiales, quedando muchos de ellos exclusivamente con el patronímico (Díaz, Gómez, Pérez, García, Martínez, etc.), hecho que incluso desconocerán los propios feligreses, como indica Balbino García de Albizu, por varios motivos: no tienen acceso a esos libros, no conocen el idioma castellano en que se escriben pues hablan cotidianamente en euskera, y la mayoría, además, son analfabetos y aunque fueran conscientes de esas mutilaciones, dada la escasa repercusión de los apellidos en su vida diaria, no les supondría preocupación alguna. Si han transcurrido muchos años desde la pérdida parcial del apellido puede ser imposible recuperar los apellidos compuestos originales por la dificultad de establecer el árbol genealógico.

Los apellidos que durante los siglos XVII y XVIII entraron al valle, por motivos de casamientos, trabajo, etc. proceden normalmente de zonas vasco-parlantes pues sus portadores se incorporan a un valle donde cotidianamente se habla el euskera y lo van a necesitar para su desenvolvimiento vital diario.

Respecto a la heráldica inherente a estos linajes y apellidos es preciso señalar que hasta el siglo XVII los escudos eran muy sobrios, casi esquemáticos, carecían de timbre y de todo adorno exterior y normalmente se grababan en bajorrelieve en la dovela clave del arco de las puertas principales o en el dintel de las mismas y a veces se grababa en el dintel de las ventanas.

En época barroca, siglos XVII y XVIII especialmente, los escudos son más ampulosos, se colocan en lugares más ostensibles y elevados de la fachada, normalmente son de mayor tamaño e incorporan timbre (celada o casco, corona, etc.) y adornos exteriores a veces muy recargados (cueros retorcidos de fondo, mascarones, angelotes, etc.). Además se graban en altorrelieve con un efecto notable de clarooscuro que les da más plasticidad.

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ALGUNOS APELLIDOS CONCRETOS:

ALBIZU:

El origen de este apellido pudo ser, como indica Balbino García de Albizu, el despoblado de Albizua en Alava. En el siglo XIV ya está el apellido en Améscoa y durante los seis siglos siguientes se mantiene mayoritariamente en Aranarache y se estabiliza inicialmente como López de Albizu obteniendo reconocimiento de hidalguía en 1558. Los Albizu de Aranarache residieron en la casa solariega citada como cabo de Armería en el siglo XVI y se incluye, dice Balbino , en la relación de palacios de Cabo de Armería del reino de Navarra de 1723. El patronímico inicial López (hijo de Lope) se perderá en los siglos XVII y XVIII, quedando finalmente el apellido como Albizu.

El Libro de Armería de Navarra , basado en la copia L (4) , en su entrada 288 recoge el Palacio de Albizu ("Albiçu en tierra Destella trae de Sarassa"), cuyo escudo lo describe como "De oro, rastrillo de azul. En Larraona la casa nr. 61, próxima al ayuntamiento, debajo de la carretera, tiene en su dovela clave un escudo con rastrillo, aunque con un solo elemento horizontal frente a los dos que aparecen en el escudo del Libro de Armería.
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Larraona. Casa Nr. 61.
Escudo en la dovela clave de la entrada principal.
(Foto de Jesús Díaz).


AMESCOA:

Luciano Lapuente
[5] ya hace referencia a varios personajes del siglo XIII y XIV que en los documentos aparecen con este apellido. Posteriormente parece desaparecer hasta 1796, año en que un tal Francisco de Améscoa, vecino de Torres, obtiene “carta de Hidalguía” por ser “descendiente de la casa y familia de los “Améscoa” de la villa de Dicastillo que era solar noble”. El escudo de los Améscoa de Dicastillo es “De gules, con cinco castillos de oro puestos en sotuer y bordura de plata con calderas de sable”.
Balbino García de Albizu incluye en su índice cronológico documental que en 1333 "Alvaro de Baquedano y Diego Lopiz de Améscoa custodian, con 20 peones, los valles amescoanos defendiéndoles de las incursiones de los guipuzcoanos".

Respecto a este apellido, que actualmente no existe en el valle, da este investigador una información interesante. Al parecer en la conquista del Reino nazarí de Granada en 1492 participaron soldados amescoanos quedándose con tierras y con el apellido Améscoa porque de ese valle procedían. Ese es el origen de la rama andaluza del apellido Améscoa pero escrito “Amezcua”, apellido prolífico en Andalucía, especialmente en las provincias de Granada y Jaén.

ANDUEZA:

Ya Luciano Lapuente señalaba que a finales del siglo XV Juan de Andueza, natural de Cegama (Guipúzcoa) y comerciante de bueyes llegó al pueblo de Baquedano y se casó con María de Baquedano. Se avecindó en el lugar y obtuvo ejecutoria de hidalguía en 1500, según se desprende de un pleito de 1492. Como los Andueza no procedían de solar que tuviera blasón propio adoptaron como “Armas” de su apellido las insignias del escudo de Guipúzcoa, añadiendo en su parte inferior dos lobos, un creciente volteado y un jaquelado, escudo que, realizado en época barroca, puede apreciarse en la fachada de una casa de Baquedano, la conocida como “casa de Andueza” y en otra fachada de Eulate, aunque esta incorpora más elementos heráldicos.
Este apellido vigente en el valle existe también en Larraona en la actualidad.

ARIZALETA:

Este apellido se documenta por primera vez en el valle de Améscoa en el pueblo de San Martín y es de origen desconocido. Actualmente se mantiene en las poblaciones de, Aranarache, Artaza, Larraona y Zudaire.

AZNAREZ:

Según Balbino García de Albizu, este apellido aparece mencionado por primera vez en 1737 en Gollano y proviene de Lezaun (Navarra). En ese año se casan en Gollano Gerónimo de Asnariz, vecino de Lezáun y Paula de Ezpolea, natural de Gollano.

BERGARAECHEA:

Este apellido se documenta por primera vez en Gollano en 1704 y procede de Legazpia (Guipúzcoa). En ese año se casan en Gollano Francisco de Bergareche, natural de Legazpia, y Josepha Urra.

DIAZ:

Es a mediados del siglo XV cuando se registra este apellido en el Valle. Es un patronímico (hijo de Diego) más tardío que otros patronímicos que se mencionan ya desde principios del siglo XIV, como Périz, Lópiz, Sanz, Martíniz. Probablemente estamos ante uno de los apellidos compuestos que con el transcurso del tiempo han perdido su topónimo. Sólo Díaz de Jaúregui ha llegado hasta nosotros.
Otros apellidos compuestos por este patronímico son : Díaz de Baríndano (documentado desde 1634), Díaz de Ecala (desde 1580), Díaz de Eulate (desde 1549), Díaz de Jáuregui (desde 1548), Díaz de San Martín ( desde 1591).

GARCIA DE BAQUEDANO:

El apellido García de Baquedano aparece citado por primera vez en Améscoa en 1545, en Baquedano.

En origen García es un nombre propio de origen vasco que se difunde desde Navarra a los distintos reinos peninsulares. En el pacto de Salvatierra de 1293 se cita a Don García, como clérigo de Larraona. Este nombre ha dado lugar a numerosos apellidos compuestos en Améscoa, por ejemplo García de Eulate, y en España García es el apellido más difundido.

Aunque Menéndez Pidal propuso que García derivaba de “hartxa”, oso en euskera, al parecer actualmente no se acepta esa hipótesis.

El linaje de los Baquedano, de antigua raigambre amescoana, como la mayoría de los gentilicios, se localiza con frecuencia fuera del lugar , bien como mero topónimo o en forma compuesta (Remírez de Baquedano, apellido de los Baquedano de Ecala y San Martín, Fernández de Baquedano, López de Baquedano).

Ya Luciano Lapuente indica que en 1265 Juan Périz de Baquedano era Alcaide de la fortaleza de Oro (Guesálaz). En el siglo XIV varios Baquedanos se encargarán de la defensa de la frontera del Reino de Navarra con Castilla en una época en que las sierras de Andía, Urbasa y Encía era refugio de ladrones y bandidos y los enfrentamientos entre los Oñaz y los Gamboa guipuzcoanos repercutían en nuestros valles.

Remírez de Baquedano será el apellido del linaje principal de los Baquedano que se consolida en Améscoa al estabilizarse los apellidos en el siglo XVI, como señala Balbino García de Albizu. La casa-palacio de Ecala se convertirá en cabeza del linaje.

Los Baquedano tendrán también torre-fortaleza-palacio en San Martín y en Gollano (recuérdese lo comentado del ilustre personaje amescoano Don Fernando de Baquedano).

Un Remírez de Baquedano ostentará el Marquesado de Andía y como consecuencia de ello se levantará el Palacio de Urbasa en torno a 1698.

En cuanto a la Heráldica como señala Luciano Lapuente el blasón de los Baquedano es como sigue,”Seis bandas, tres de oro y tres de plata, comenzando por lo alto en una de oro y acabando por otra de plata en lo baxo”. Este blasón aparece ya en los documentos del siglo XIV. Las Armas de los Baquedano, como de los Eulate, o los Urra son Armas solariegas, insiste Luciano, son propias no de un linaje sino de un solar, y así por ejemplo se ve con claridad en los Eulate, donde hay ramas diversas, familias distintas brotadas del mismo tronco, los Alvarez de Eulate, los García de Eulate, los Jáuregui, y todas ellas usan el mismo blasón, por ser originarias del palacio de Eulate, su casa solar.

LARRAONA:

En 1604 se menciona al vecino de Estella Cristóbal de Larraona y en 1607 a Martín de Larraona, también vecino de la misma ciudad. No hay citas de este apellido en el valle de Améscoa aunque si fuera de él, donde ha perdurado hasta nuestros días.

LOPEZ DE LARRAONA:

En el año 1608 se cita a Juan López de Larraona como vecino de Eraul en un censal de ese año.

LOPEZ DE ZUBIRÍA:

Este apellido se cita por primera vez en Baquedano en 1798 a raíz del matrimonio , celebrado en dicha población, de Martín Angel López de Zubiría, natural de Yábar, en el valle de Araquil, (Navarra) y Florentina López, natural de Baquedano.
Se trata de un apellido venido de fuera del valle pero de una zona navarra vascófona.

En 1846 nació Cástor López de Zubiría, famoso cura amescoano cuyas andanzas e ingeniosidades contó Luciano Lapuente
[6].

MURGUIALDAY:

Este apellido tiene dos ramas desde el principio, la de Eulate y la de Larraona. Eran descendientes de la casa solar de los Murguialday, situada en el paraje de Murguia, en Oñate (Guipúzcoa). Dos son las personas de esa localidad que traen el apellido a Améscoa. Pedro de Murguialday que se casa en Eulate en 1643 con Joanna Pérez de Eulate y Antonio de Murguialday que se casa en Larraona en 1645 con Cathelina Sáez de Larramendi. Al parecer Antonio de Murguialday se fue en 1637, cuando era joven, a Larraona como aprendiz del Maestro Carpintero Asencio de Usarralde. En 1651 trabaja como carpintero y se le pagan, como indica García de Albizu, 25 reales en Aranarache por “labrar las maderas para la fábrica de dicha iglesia”. Pedro de Murguialday, el casado en Eulate, era sobrino de Antonio de Murguialday, el casado en Larraona.

Un curioso incidente se produce en 1663
[7], “el primer día de Pascua del Espíritu Santo” en la iglesia de Larraona. Los regidores del Concejo de Larraona, Diego García de Eulate y Pedro de Gaviria, obligan a Antonio de Murguialday a levantarse del asiento que ocupa, según su criterio indebidamente, pues al parecer no ha probado su hidalguía. Este, enojado, los lleva a juicio, en el que se demuestra que ya existía la “probanza” de hidalguía desde 1647[8] en la villa de Oñate. La vecindad o paraje de Murguia se hallaba en esa localidad “enfrente de la ermita de Sant Andrés”, tal como consta en la documentación conservada. Según se desprende de este proceso, los vecinos de Larraona en esas fechas eran todos de la condición de Hidalgos, a diferencia de otros lugares de Améscoa donde existían vecinos del estamento de Labradores.

OCHOA:

Se trata de un nombre propio, ya citado en Larraona en 1360, frecuente en Navarra desde los primeros documentos y parece estar en relación con el apelativo “Otso”, lobo en castellano.
El Príncipe de Viana denomina a Améscoa Alta como Ocharán u Otsaran. Ochoa pasa de nombre propio a apellido sin variación alguna, de forma similar a García. Ya desde el siglo XV, señala García Balbino de Albizu, tiene un uso casi exclusivo como apellido, tanto en el lado navarro como en el lado alavés de la muga.
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En los siglos XVI y XVII se cita en Larraona a varios Ochoa con el alias o apodo de “Çamargin”, el que confecciona zamarras, pues ese sería el oficio de una rama de los Ochoa.

Este apellido se mantiene hoy en día, tanto en su forma simple como en compuestos como Ochoa de Baquedano, y aunque la primera cita documentada corresponde al año 1580 en Aranarache, parece ser originario de San Martín.

En Larraona se conserva un escudo con la inscripción Ochoa de Vaquedano en la fachada de la casa nr. 17. Dos hermanos con este apellido obtuvieron el reconocimiento de hidalguía en 1584, uno de Aranarache y otro de San Martín. Este escudo es un tanto extraño pues mientras en la parte inferior realizada en bajorrelieve se reflejan dos lobos con aspas ( que recuerda a la heráldica de los Eulate), la parte superior, con yelmo por timbre, está realizada en altorrelieve.


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Larraona. Casa Nr. 17.
Escudo con inscripción "Ochoa de Vaquedano".
(Foto de Jesús Díaz).

PEREZ:

Este apellido aparece citado en Améscoa como patronímico (hijo de Pedro) en 1350. Es muy común en Navarra. En Améscoa a partir de 1550 se presenta y difunde en sus variantes compuestas, aunque en el siglo XX vuelve a aparecer el patronímico Pérez, de forma aislada, por la mutilación frecuente de apellidos compuestos.

En forma compuesta aparece como Pérez de Albizu (desde 1555), Pérez de Aranarache ( desde 1566), Pérez de Arteaga ( desde fines del siglo XV), Pérez de Baquedano (desde fines de 1561), Pérez de Ecala (desde fines de 1492), Pérez de Eulate (desde finales del siglo XIV), Pérez de Larramendi (desde 1552 en Larraona), Pérez de San Martín (desde 1638), Pérez de Zudaire ( desde 1337).

El Apellido Pérez de Eulate ha llegado hasta nuestros días y según Balbino García de Albizu, todas las probanzas de hidalguía relativas a este apellido pasan por considerarse descendientes del Palacio de Eulate. Luciano Lapuente sin embargo sostenía que son una rama autónoma que no tienen que ver con el palacio de Eulate ni con los Alvarez de Eulate ni con los García de Eulate, apellidos éstos que si se relacionan con el mencionado palacio.
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La actual casa rural de Larraona, denominada casa “Sorginetxe”, edificio de tres plantas y portada de acceso adintelada y descentrada, muestra sobre la ventana del segundo piso, en el eje vertical de la portada, un escudo partido con los dos cuarteles semicortados en los que se aprecia un castillo de dos niveles sobre tres panelas en el primero y en el segundo cadenas y estrella con tres panelas. Tiene yelmo por timbre a la altura del cual se aprecia la inscripción AÑO 1652. En la parte inferior se ve la leyenda "Estas armas hizo hazer Diego Perez de Eulate en su casa".
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Según Luciano Lapuente los Pérez de Eulate son un linaje autónomo que nació como entidad hidalga gracias a una cédula del rey Juan II emitida en Cáseda en 1460 y que fue confirmada por los reyes Juan de Albret y Catalina de Foix en 1501. En 1600 Juan Pérez de Eulate tramitó la ejecutoria de Hidalguía que obtuvo del rey Felipe III en 1600 para él y sus hijos Miguel y Diego Pérez de Eulate como hijosdalgo de privilegio. El escudo que colocó Diego Pérez de Eulate en su casa de Larraona es el que hemos descrito.

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Larraona. Casa Nr. 9.
Escudo de Diego Pérez de Eulate de 1652.
(Foto de Jesús Díaz).

Los Alvarez de Eulate son en el siglo XVI y siguientes los dueños y señores de la casa solar y cabo de linaje de los Eulate y tienen su máximo esplendor en el siglo XVII con Juan Alvarez de Eulate, Gobernador y Capitán General de las provincias de Nuevo México y de la Isla Margarita, Maestre de Campo, Caballero del hábito de Santiago, Castellano de Pamplona y Castellano y Capitán General de Canarias, etc. Desde finales del siglo XVIII, señala Luciano Lapuente los señores del Palacio se ausentan del pueblo y de su solar y su eco se fue apagando en nuestro valle. Este apellido todavía se conserva en algunas familias amescoanas.

Los García de Eulate, ya citados documentalmente en 1545 en Eulate, son también descendientes del Palacio de esa población y se identificaron más con el Valle a diferencia de los Alvarez de Eulate, que se proyectaron más fuera de estos lares, según Luciano Lapuente. Varios miembros García de Eulate obtuvieron cartas de hidalguía que conservan actualmente algunas familias amescoanas.
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Según el Libro de Armería del Reino de Navarra, basado en la copia L (9), el Palacio de Eulate tiene la siguiente heráldica : "De azul, dos lobos de oro, bordura de gules, con aspas s.c.". En la copia A 151 se describe su heráldica así: "Lobos de plata, ocho aspas de oro".



Larraona. Casa Nr. 48.
Escudo barroco de los Eulate.
(Foto de Jesús Díaz).

REMÍREZ:

Apellido patronímico (hijo de Remiro o Ramiro) poco común en el valle. En Larraona todavía se conserva. También ha dado lugar a compuestos como Remírez de Baquedano (desde el siglo XIV en Ecala y San Martín) y Remírez de Jáuregui (desde 1549 en Eulate).

RUIZ:

El patronímico Ruiz (hijo de Ruy o de Roy) aparece ya documentado en Eulate desde 1293 y originó muchos apellidos compuestos como Ruiz de Baquedano (desde 1547 en San Martín), Ruiz de Galarreta y Ocáriz (desde 1492 en Zudaire), Ruiz de Larramendi (desde el siglo XIV en Larraona), Ruiz de Mezquía (desde 1569 en Larraona), Ruiz de Urra (desde 1609 en San Martín), Ruiz de Zuazu (desde el siglo XV en Ecala), Ruiz de Zudaire (desde 1565 en Zudaire).

RUIZ DE LARRAMENDI:

Ya en 1350 se cita en el Libro de Monedaje de Tierras de Estella a María Martiniz Larramendi, en Aranarache.

Aunque, como dice Balbino García, se citan casas solariegas para el apellido Larramendi en Andoain, Azkoitia, Ordizia, Larraona, Legaria, Ostabat y Ezpeleta, y se citan como ramas derivadas de las anteriores Huarte, Aibar, Elorrio y Axpe, salvo el caso de Larraona, se trata del apellido Larramendi, no de Ruiz de Larramendi.

La casa solariega de los Ruiz de Larramendi se encontraría en Larraona, apellido muy frecuente en esta localidad desde mediados del siglo XVI. Alguno de los escudos de Larraona que se atribuyen a los Baquedano (tres barras horizontales paralelas) probablemente correspondan a los Larramendi, linaje quizás más antiguo en la población que los Baquedano.
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En 1635 con ocasión de un pleito el clérigo de Larraona Joan Ortiz de Lazcano describe el escudo de los Larramendi en estos términos “tres bandas cruzadas atrabesadas”. En 1788, y también a raíz de un proceso, se precisa que el escudo de la casa de Larramendi “está compuesto de tres barras o listas, y que aún se conserva en la casa de la familia (en Larraona)”…. “en campo azur, con tres bandas de oro”, y se cita también otra casa en la que luce el escudo de los Larramendi, y que es posesión de Juan Ochoa de Baquedano.

El apellido Ruiz de Larramendi está compuesto por el patronímico Ruiz (hijo de Ruy o de Roi, abreviaturas de Roderic o de Rodrigo) y por el topónimo Larramendi (en euskera “monte de pastos”). Su condición hidalga es reconocida desde antiguo sin que sea puesta en duda. Este apellido compuesto se formó en Larraona y se extendió después a otros lugares.

Hay otros apellidos derivados de Larramendi, y consecuentemente descendientes de la casa nativa, que se citan en Larraona desde el siglo XVI como Sáez o Sanz de Larramendi, López de Larramendi, Pérez de Larramendi, y Díaz de Larramendi.
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Larraona. Casa Nr. 77.
Aunque se ha considerado un escudo de los Baquedano
por su heráldica de tres bandas horizontales ,
quizás sea el escudo de los Larramendi.
(Foto de Jesús Díaz).

SANZ, SAEZ:

Este apellido aparece documentado ya en 1350 en varios lugares de Améscoa.

Es un patronímico (hijo de Sancho, como Sanchiz y Sánchez) y al igual que el resto de patronímicos tiene mucha antigüedad. Ha originado numerosos compuestos como Sáez de Arana (desde 1545 en Eulate), Sáez de Baquedano (desde 1545 en Baquedano), Sáez de Ecala (desde 1412 en Ecala), Sáez de Eulate (desde 1567 en Aranarache, Sáez de Jáuregui (desde 1562 en Aranarache), Sáez de Larramendi (desde 1547 en Larraona y bastante frecuente en esta población).

El apellido Jáuregui no se conserva en la actualidad, salvo en su compuesto Sáez de Jáuregui, que se mantiene al menos en Larraona. El apellido Jáuregui, en esto coinciden Luciano Lapuente y Balbino García de Albizu, tiene su probable origen en el Palacio de Eulate. En euskera significa casa del señor o palacio. Luciano Lapuente dice que en 1676 Rafael Díez de Jáuregui obtiene “ejecutoria de nobleza” probando su vinculación con el palacio de Eulate, para poder colocar en la fachada de su casa el escudo de los Eulate al que añade en su bordura varias aspas más. Balbino García de Albizu cree que probablemente el apellido Díaz de Jáuregui que ha desaparecido como apellido compuesto quedó reducido a Díaz por mutilación.

SAGASTI:

Apellido ya documentado en Larraona en 1665. Procede de Alda-Valle de Arana (Alava). En 1665 se casan en Larraona Juan de Sagasti, vecino de Alda y Cristina Ruiz de Larramendi. En 1862 Pedro de Sagasti, carpintero, interviene en las reparaciones realizadas en la ermita de la Virgen Blanca de Larraona.

URRA:

Es un apellido gentilicio y en consecuencia tiene mucha antigüedad. Aparece documentado en Urra en 1330. En ese año Alvaro de Urra, como señala Luciano Lapuente
[10], participa en una expedición de 800 hombres contra los Lazcano guipuzcoanos por comisión de asesinatos y robos de ganado en la Burunda y Aranaz. Durante un largo periodo los Señores de Contrasta fueron de este linaje de los Lazcano, temidos en Améscoa.

El apellido Urra sigue vigente en la actualidad. Su representación heráldica de tres calderos con asa aparece en la fachada de alguna casa de Larraona como puede verse en el apartado de este blog titulado “Larraona. Arte. Arquitectura doméstica y Heráldica”. En 1374-76 Martín de Urra y Miguel de Urra guardan, como Alcaides, el castillo de Ferrara. Los recibos de haber cobrado estos personajes sus salarios por la guarda del castillo que se conservan en el A.G.N., llevan un sello de cera con su blasón, pero en él aparece solamente un caldero y no tres, como indica Luciano Lapuente.

Varios individuos con ese apellido probaron su hidalguía en diferentes épocas, siempre tomando como base su origen en el Palacio de Urra, palacio en el que actualmente podemos apreciar, en su fachada principal un escudo barroco de los Urra. En 1723 el apellido Urra figura en la relación de Palacios de Cabo de Armería y su dueño y señor se llama Francisco de Urra.

Dice Luciano Lapuente que aunque se ha dicho que Urra fue Señorío, no lo fue en sentido estricto pues sus dueños nunca tuvieron jurisdicción alguna, ni civil ni criminal sobre el territorio ni sus moradores.

Según la copia L del “Libro de Armería del Reino de Navarra” el escudo de los Urra
[11] es “de oro, tres calderas de sable”.

En Larraona hay dos escudos con la heráldica de tres calderos. Uno de ellos en la dovela clave de la casa nr. 39-41, con tres calderos en posición de triángulo invertido, al igual que se representa en el Libro de Armería; el otro en la fachada de la casa nr. 14, en uno de cuyos escudos cuartelado aparece en el primer y cuarto cuartel las fajas de los Larramendi o de los Baquedano, y en los cuarteles segundo y tercero tres calderos pero en posición de triángulo normal, no invertido, a diferencia del Libro de Armería.
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Larraona. Casa Nrs. 39 y 41.
Escudo de los Urra.
(Foto de Jesús Díaz).




Larraona. Casa Nr. 14.
Escudo con las tres calderas de los Urra y las tres fajas
de los Baquedano o de los Larramendi.
(Foto de Jesús Díaz).






[1] LAPUENTE MARTINEZ, Luciano, Las Améscoas, Temas de cultura popular, Nr. 131, 1981, pp. 12 a 19.

[2] LAPUENTE MARTINEZ, Luciano, Las Améscoas. ( Estudio histórico-etnográfico), 1990, p. 409. (Resumen de sus trabajos de investigación anteriores). El capítulo que dedica a los apellidos corresponde a las pp. 388 a 420.

[3] GARCIA DE ALBIZU, Balbino y JIMENO, Roldán, Conociendo el pasado, Gráficas Lizarra, S.L., Estella, 2007. Este libro consta de tres partes, la primera de ellas titulada “Améscoa en el siglo XI. En torno al milenario”, de Roldán Jimeno Aranguren, la segunda “Apellidos amescoanos de la Edad Moderna (1500-1800)”, pp.23 a 112, de Balbino García de Albizu Jiménez, y la tercera, también del mismo autor, titulada “Mil años de noticias amescoanas” que recoge en formato de libro las citas cronológicas documentales del calendario “Mil años de noticias amescoanas”.

(4) MENENDEZ PIDAL DE NAVASCUES, Faustino, (transcripción y estudio) Libro de Armería del Reino de Navarra, La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao 1974, p. 66, entrada 288.

[5] LAPUENTE MARTINEZ, Luciano, Las Améscoas, Temas de cultura popular, Nr. 131, 1981, p.12.

LAPUENTE MARTINEZ, Luciano, Las Améscoas. ( Estudio histórico-etnográfico), 1990, p. 406.

[6] LAPUENTE MARTINEZ, Luciano,”Estudio Etnográfico de Améscoa (VII)”, Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, Nr. 31, 1979, pp.43 a 64.

[7] Entre las fuentes que Balbino García de Albizu consulta está el manuscrito referente al pleito de Antonio de Murguialday, vecino de Larraona, contra los regidores de dicho lugar facilitado por Joaquín Murguialday, hijo de Félix Murguialday y Perpetua Sáez de Jáuregui.

[8] En esa prueba de hidalguía se dice que los Murguialday son “hijosdalgo notorios de sangre, originarios desta muy noble y muy leal provincia de Guipúzcoa, cristianos viejos, sin traza alguna de judíos, moros ni otra secta reprobada y no sambenitados ni penitenciados por el santo oficio de la Inquisición, ni por otra justicia…”.
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(9) MENENDEZ PIDAL DE NAVASCUES, Faustino, (transcripción y estudio) Libro de Armería del Reino de Navarra, La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao 1974, entrada Nr. 585, p.94.

[10] LAPUENTE MARTINEZ, Luciano, Las Améscoas.(Estudio histórico-etnográfico), 1990, pp. 406-409.

[11] MENENDEZ PIDAL DE NAVASCUES, Faustino, (transcripción y estudio) Libro de Armería del Reino de Navarra, La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao 1974, escudo nr. 524. p. 89.

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